"Donar o no donar, he ahí la cuestión"
Maria Isabel Morgner[i]
La donación de
sangre y la diabetes no parecen ser compatibles. Cada vez que aparece un pedido de donantes, entre los pacientes nos
surge la duda: ¿podemos o no podemos donar?
Entonces, ahí
empiezan las discusiones que no siempre tienen que ver con el criterio médico
sino con el sentirse sano o apto para ir a donar sangre, ya sea de manera
voluntaria o para ayudar a un familiar o amigo que así lo requiera.
Es difícil,
sí. Cuando la necesidad es grande, a veces, una enfermedad crónica, nos puede
resultar un inconveniente.
Según la
Asociación Americana de Bancos de Sangre (AABB, sigla en inglés), los pacientes
con diabetes tipo 1 estamos excluídos de manera permanente a la hora de donar.
El criterio que encontré, buscando bibliografía vieja, era por las inyecciones
de insulina bovina que recibimos algunos en nuestros inicios. De acuerdo al
país de origen de esa insulina, se podía o no. ¿Por qué? Por el llamado mal de
“la vaca loca” (cuyo nombre es Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob) que tuvo lugar
en Inglaterra y migró a los Estados Unidos. Como esta enfermedad también está
en el listado de exclusión permanente, se hizo una extensión a los
insulinodependientes ya que la fabricación de insulina, podía provenir de esos
países.
Eso era un
criterio de antaño, con respecto a los tipo 1, actualmente modificado. Los tipo
2 pueden donar sí y solo sí, su tratamiento es con dieta, ejercicio o
hipoglucemiantes orales.
La
Organización Panamericana de la Salud (OPS), establece que si un paciente con
diabetes tipo 1 no tiene ningún trastorno como cardiopatías, nefropatía,
retinopatía o neuropatía, todas originadas por un mal tratamiento, sí podemos
donar, pero eso queda a criterio del responsable del banco de sangre al que
acuda el potencial donante.
Esto tiene un
fundamento esencial en cuanto a lo que a donación de sangre se refiere: si bien
es importante –muy- que haya donantes voluntarios, más que de reposición, y que
la terapia con transfusiones salva vidas y que la sangre es un recurso que
siempre escasea, no sólo hay que proteger a quien necesita una o más unidades
de hemoderivados, sino que también hay que proteger a quien, de manera
altruista, se acerca a donar. En otras palabras: la experiencia de donación
tiene que ser grata para quien lo hace y no traumática ni generar un daño a posteriori.
¿Y qué parte
es la que nos toca a nosotros? Que la diabetes es una enfermedad que, con un
tratamiento ineficiente, sostenido en el tiempo, puede provocar daño en
diversas partes del cuerpo, como en los vasos.
Una extracción
de sangre “se lleva” 450 a 500 ml de la misma. Un 10% del total del caudal que
posee una persona adulta. Si bien es un proceso ligero, que no debería de
tardar más de 15 minutos, puede resultar agresivo. Si una persona, con
problemas vasculares, se acerca a donar, puede tener consecuencias negativas.
Es por ello
que, de manera generalizada, se excluye permanentemente a los pacientes tipo 1.
Lo que resulta poco coherente, es que los tipo 2 sí califiquen, teniendo las
mismas posibilidades que los primeros en desarrollar trastornos crónicos
derivados de una diabetes mal cuidada.
Esto que está
detallado más arriba, es comentario de 2 organismos internacionales. Ahora
bien, el Ministerio de Salud de la Nación, reza en su página destinada al Plan
Nacional de Sangre:
“ DIABETES INSÍPIDA
Exclusión definitiva.
DIABETES MELLITUS
Pueden aceptarse como donantes las personas con diabetes no
insulino-dependiente con dieta o con medicación por vía oral, que se encuentren
bien. La exclusión será definitiva si la diabetes es insulino-dependiente. El
antecedente de un episodio de intolerancia a la glucosa durante el embarazo o
mientras está siendo tratado con corticoides por una enfermedad aguda no
excluye definitivamente.”
Naturalmente,
los bancos de sangre de nuestro país, se rigen de acuerdo a los criterios de
selección que establece el Ministerio, como es de corresponder.
Si bien el
término “diabetes insípida” es obsoleto y poco descriptivo, el apartado que
habla de la diabetes mellitus, es taxativo: los no insulino dependientes
pueden, los insulino dependientes, no.
¿Qué se puede
hacer frente a esto y a una necesidad real de donar? Ir a un hospital y
consultar si aceptan donantes con diabetes tipo 1. Pero cuidado: a pesar de
existir un criterio unificado, no todas las instituciones –públicas o privadas-
responden de la misma manera. Tal vez un médico hemoterapista diga que sí, tal
vez otro diga que no. Quizá pidan un certificado de aptitud extendido por el
médico de cabecera, quien sabe.
Lo importante,
ante todo, es tener en cuenta que la donación de sangre es un acto que,
primero, debe ser altruista. Si es de manera voluntaria, mejor. Pero algo más
importante, es la sinceridad: es contestar el cuestionario de manera real y no
contestar sabiendo cual respuesta debe ser la correcta, ya que luego del
cuestionario, hay una entrevista con el médico especialista, quien se puede
llegar a tener contemplaciones sobre casos individuales, ya que es la persona
facultada a tales efectos. Por último, se debe
tener en cuenta que, si uno no se siente cómodo con la idea o no está
seguro si puede hacerlo, es mejor no someterse a una extracción.
[i]
La autora de esta nota y
colaboradora de Diabetes Bariloche, Maria Isabel Morgner, es Técnica en
Hemoterapia y paciente con diabetes tipo 1.
Foto Gentileza Free Digital Photos